El delirio del color: Oaxaca en los años 1960

Los huipiles y otras prendas oaxaqueñas hechas entre 1960 y 1970 ejemplifican esa tendencia. Lienzos donde antes habían predominado el azul y el rojo sobre un fondo blanco de algodón crudo, se vieron transformados de repente al estallar los rosas, verdes, magentas, morados y naranjas cada vez más saturados. Técnicas de moda en esos años en las grandes ciudades, como las tinciones anudadas de las playeras “jipis”, no tuvieron mayor eco en nuestro estado, pero la policromía de los impresos sicodélicos cundió por todas las ferias y mercados, marcando a una generación completa de artistas textiles.

Estimulados por la nueva disponibilidad de hilos multicolores, los diseños se ensancharon y se complicaron. Tradiciones de tejido que se habían caracterizado por franjas decorativas angostas y ampliamente espaciadas, construidas a partir de elementos geométricos sencillos, mutaron rápidamente. Los fondos blancos de antaño encogieron de manera dramática, y los campos de color crecieron para cubrir huipiles enteros con ritmos visuales vibrantes. Si bien algunas comunidades del estado vieron morir en esos años a sus últimas tejedoras, en varios casos la indumentaria étnica se hizo visible con mayor fuerza.

El MTO dedica esta exposición a esa época. Hemos escogido un grupo de prendas hechas para uso comunitario, no destinadas al turismo, que atestiguan el ánimo de experimentación que permeaba el momento, veinte años después de la segunda guerra mundial. Entre los diseños centenarios se acomodaron en esas fechas inscripciones y figuras emblemáticas de la cultura visual urbana, dominada ya por los medios masivos de comunicación, mientras que los colores chillantes de las blusas y huipiles coetáneos parecieran sintonizar las experiencias de los jóvenes sesenteros con los enteógenos, las plantas y hongos sagrados de Oaxaca. Sin aseverar de manera ingenua que las tradiciones chamánicas de los pueblos originarios se reflejan en el estilo textil que tomó forma en esa década, la exposición quiere sugerir que las comunidades indígenas no fueron ajenas al movimiento contracultural que floreció de Avándaro a Woodstock y facilitó la apertura social que hoy vivimos.